7. Post Hoc
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¿Sabes que son las falacias? 7 ejemplos para entender qué son las falacias

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¿Sabes que son las falacias? 7 ejemplos para entender qué son las falacias

Comúnmente usamos la palabra falacia para referirnos a algo que no es cierto, a una mentira. Sin embargo, es un poco más complejo que eso. Las falacias son errores lógicos en la argumentación. O más específicamente, se trata de argumentos cuyas conclusiones no se pueden derivar de las premisas que lo conforman.

Es importante conocer los tipos de falacias más comunes ya que estas son frecuentemente utilizadas en conversaciones diarias, noticias, discursos políticos, etc. El mayor problema es que, de no conocerlas, las falacias son difíciles de identificar y a primera vista se ven como argumentos perfectamente válidos. A continuación describo algunas de ellas.

1. Falacia Ad hominem

Esta expresión, que proviene del latín, se utiliza para referirnos a aquellas frases ofensivas que intentan refutar el punto de vista de alguien, atacando a la persona en vez de dar argumentos para sustentar su opinión. Se considera una falacia toda vez que las ofensas e insultos no hacen referencia ni a las premisas ni a las conclusiones que constituyen el argumento que buscan rebatir.

Por ejemplo, supongamos que una persona A da su opinión sobre la importancia de desarrollar competencias interculturales. Una persona B no está de acuerdo con A pero en vez de explicar las razones de su desacuerdo, lo que dice es: “Qué vas a saber tú de cultura si ni siquiera has salido de tu país”.

2. Pendiente resbaladiza

Este tipo de falacia la identificamos en aquellas discusiones en donde se conectan una serie de eventos, cada uno más severo o peligroso que el anterior, pero sin presentar razones para dicha secuencia.

Por ejemplo, es el caso de un niño a quien le prohíben jugar video juegos. El argumento es que si hoy juega 30 minutos, mañana querrá jugar 1 hora hasta que llegará el momento en que quiera jugar todo el día y no hará nada más con su vida. Esto se considera una falacia porque la conclusión no se deriva de las premisas, es decir, no hay una relación clara y comprobada entre jugar 30 minutos o una hora y terminar jugando todo el día sin hacer nada más en la vida.

3. Apelar al miedo

Esta falacia es similar a la anterior y como su nombre lo indica, consiste en intentar persuadir o convencer sobre una opinión, usando un escenario hipotético que genere temor en vez de usar un argumento válido y bien construido

4. Muestras sesgadas

Esta falacia es peligrosa porque es difícil de identificar. La vemos en aquellos estudios, en apariencia rigurosos pero que en realidad no tuvieron en cuenta todos los aspectos metodológicos necesarios y por tanto nos llevan a conclusiones erróneas.

La muestra sesgada es un tipo de falacia, ya que como se ve en el ejemplo anterior, al enviar la encuesta por e-mail se está dejando de lado la opinión de quienes no tienen internet, que además seguramente preferirían llevar sus tareas directamente al colegio.

5. Falso Dilema

Un dilema consiste en una elección que nos vemos obligados a hacer entre dos opciones, ninguna de las cuales es agradable, favorable o ética. El problema con el falso dilema es que quien lo usa en su argumento, intenta hacernos creer que no hay otras salidas a parte de las dos opciones que nos plantea.

Es común encontrar esta falacia en discusiones sobre el medio ambiente. Hay quienes dicen que, a pesar del impacto ambiental, es necesario continuar con la explotación de recursos naturales, con el fin de evitar la contracción de la economía. Este argumento intenta ponernos en el falso dilema de elegir entre afectar el medio ambiente o empobrecernos. Sin embargo el análisis lógico nos permite revisar otras opciones como reducir el consumo, usar recursos alternativos, mejorar la accesibilidad de la educación, etc.

6. Pensamiento ilusorio

Conocida en inglés como wishful thinking, esta falacia consiste en creer que las cosas marcharán bien, solo por el hecho de que no queremos que marchen mal. Esto en principio suena gracioso, pero es mucho más común de lo que creemos. El problema real radica en no buscar evidencia que soporte nuestros deseos o expectativas y creer que ser optimista es suficiente para que las cosas salgan bien, alcancemos nuestras metas o nos vaya bien en la vida.

7. Post Hoc

¿Has escuchado alguna vez la expresión correlación no es causación? Precisamente a eso se refiere esta falacia, ya que no es correcto pensar que un evento es causa o consecuencia de otro, solo porque ocurren simultáneamente o son cercanos en el tiempo. Esta falacia la vemos en múltiples situaciones que van desde las supersticiones hasta estudios aparentemente rigurosos.

Un ejemplo común usado para explicar esto es el siguiente: imagina que un estudio quiere comprobar si existe relación entre la estatura y el coeficiente intelectual (IQ). Para hacerlo evalúa a un grupo de niños de diferentes estaturas. Seguramente el estudio identificará una correlación positiva entre estatura y coeficiente intelectual, ya que a medida que una variable incrementa, también lo hace la otra. Sin embargo, no es correcto afirmar que un mejor IQ es causado por una estatura mayor. Se trata más bien de una causa común, en este caso la edad. A mayor edad, mayor estatura y mayor desarrollo intelectual.

Es importante aprender a identificar las falacias, ya que en muchos casos nos enfrentamos a argumentos débiles pero no necesariamente falaces. Todo dependerá de las razones que se presentan para llegar a una conclusión y de la evidencia que existe de dichas razones.

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